Bogotá día 2.

Después de más de una hora de coche, pudimos llegar al centro penitenciario de La Picota, situado al sur de la capital colombiana. Entre sus más de 10.000 internos, pudimos estar con los 11 españoles que allí se encuentran, para poder entregarles muchas cosas de primera necesidad, sobretodo las gafas, que en este viaje hemos podido darnos cuenta de los problemas de visión que todos tenían. En una animada tertulia de más de una hora, nos contaron todas las dudas y preocupaciones que tenían para su vuelta, y sobretodo la situación tan dura por la que pasan allí.

Dentro de esos muros, los problemas eran igual para el gallego, madrileño, catalán, canario, castellanomanchego, valenciano ó andaluces que allí estaban, y es que esas separaciones que tenemos a veces en nuestro país, no se encuentran fuera, donde al final todos somos españoles. Desde chinches, pulgas ó la comida misma, como algo tan simple como las cuchillas de afeitar, se han convertido en un calvario por el que tienen que pasar si algún día quieren volver a ver a sus familias.

Preocupados por el delicado estado de salud, de uno de ellos, sexagenario, y que sigue pendiente de una prueba médica, tuvimos que despedirnos de todos ellos, con un hasta nunca, que será la mejor manera de decir que pronto estarán en España.

Más tarde, pudimos conocer un proyecto del INPEC (Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario) llamado Casa Libertad, en el cual asesoran y dan oportunidades a los reclusos a su salida de la cárcel. ¿Por que es importante esto para los españoles? Porque son muchos los compatriotas, que por uno u otro motivo no pueden volver a su casa, y se quedan tirados en las calles de Bogotá sin que nadie les ayude, y este proyecto, valdrá para que tengan una oportunidad a su salida, y así poder regresar lo antes posible a nuestro país.